sábado, 19 de junio de 2010

Feliz día

Supongo que este es uno de los momentos donde no sé si las palabras sobran o faltan. ¿Qué puedo decir?, compartimos menos de un año, y me enseñaste más sobre la vida que lo que podría aprender en 50. Sé que al principio me comporté como un imbécil, y aunque tú mismo me has dicho que posiblemente habrías actuado de igual forma, me sigo arrepintiendo todos los días de no haber sacado más provecho a los escasos momentos en los que pude estar a tu lado.
Admito que a veces me gustaría que no te hubieras aparecido nunca, todo lo que me ahorraría ahora...pero de todas formas, también sé que no es nada comparado con lo que gané. Aclaré todas las dudas que tenía sobre ti, y sobre mi mamá igual. Y aunque en un momento me parecías un imbécil, logré entenderte viejo...y no podía ser tan difícil, si soy tu hijo, aunque no me gustaba mucho que lo dijeran, soy igual a ti maldito infeliz.
Me gustaría decirte que cada día más me doy cuenta de la razón que tenías en todo. Y que por tu culpa ahora confío menos en mi, me hace falta tu opinión en todo...
¿Y cómo no? Si me ayudaste en todas las cosas que no tenía claro...desde a lo que quería dedicarme, hasta en darme cuenta de que estaba enamorado, y tantas otras cosas que tengo que agradecerte, viejo...
Sé que a pesar de la distancia de épocas, y momento claves en los que estuvimos separados, siento que vivimos juntos las mismas cosas, cosas importantes, que me hizo sentirte más cercano que nadie...dejar joven la casa y todo lo que eso significa, el amor que siento por Alba que sólo lo comparo con el tuyo por mi mamá, nuestros ideales y nuestras metas, y también sé que no te gustaría lo que estoy haciendo, pero perdóname, papá, no me siento capaz de hacer otra cosa...no soy capaz...estoy cometiendo los mismos errores que tu cometiste una vez, y aún sabiéndolo, no puedo hacer nada para arreglar las cosas. Supongo que tenías razón, a veces ni uno mismo puede solo.
Fueron dos las veces que me pediste perdón. Y yo como buen imbécil que soy no hice más que desviar la mirada...y aquí estoy, como un perro arrepentido, te me fuiste sin poder decirte que sí, papá, sí te perdoné, hace mucho tiempo. Supongo que tampoco te hice sentir lo mucho que te quiero...ni tampoco que quiero pedirte que tú me perdones a mi...por esa pequeña barrera que, aunque quería, nunca dejé que pasaras, por culpa del maldito orgullo...que ahora veo que para lo único que me sirvió fue para alejar a las personas que quiero...
Nunca creímos en la vida después de la muerte, pero si coincidimos en que algo debe quedar...así que donde quiera que estés ahora, te quiero viejo, y perdóname...

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